«Nuestra amistad se afianzó en torno a la comida, porque salíamos de la tele y pasábamos ese momento juntas, y ahí es donde nuestra relación fue creciendo. No se nos olvida eso de compartir los platos de pasta gigantes, ¿verdad?», recuerda una sonriente Isabel Jiménez (Almería, 1982) mientras busca la complicidad de su amiga y comadre Sara Carbonero (Corral de Almaguer, Toledo, 1984). «Hemos vivido muchas horas de comedor de televisión, de bandeja, de buffet... Salíamos a la misma hora del informativo y, alrededor de una mesa, es cuando más empezamos a intimar. La gastronomía tiene un papel clave en nuestra relación. Hemos celebrado mucho alrededor de una comida, hemos llorado, nos hemos reído, hasta el proyecto de Slowlove surgió en una», añade la periodista, refiriéndose a la firma de ropa que han creado juntas y cuyas prendas lucen en este reportaje.
Reconocen que, desde que se conocieron, cuando Isabel era el rostro del informativo de Telecinco y Sara llegó para presentar la sección de deportes, el match fue casi inmediato. Han compartido desayunos y cenas, alfombras rojas y fiestas, viajes y aventuras, pero, sobre todo, una admiración, cariño, respeto y apoyo mutuos, algo que dejan claro con sus palabras y demuestran con cada uno de sus gestos. «Desde el primer día que coincidimos en plató, ya no tengo un recuerdo sin ella. Yo creo que al día siguiente ya estábamos en maquillaje y superconectadas. Es esa sensación, que sucede pocas veces, de que acabas de conocer a alguien y parece que lleva a tu lado toda la vida. Y lo confirmamos en la primera fiesta que compartimos, en mi cumpleaños», cuenta Sara.
«Desde el primer día que Isa y yo coincidimos en plató, ya no tengo un recuerdo sin ella. Es esa sensación, que sucede pocas veces, de que acabas de conocer a alguien y parece que lleva a tu lado toda la vida», Sara Carbonero.
¿Qué ocurrió en esa celebración?
Sara: La invité con su marido y vio mi ambiente, el tipo de gente que me rodea, mis amistades, y acabamos a las 7.00 de la mañana cantando Furor. En ese momento dijimos las dos: «Vale, somos muy parecidas».
Isabel: Yo me imaginaba un cumpleaños completamente diferente. Para mí, para todos, en ese momento Sara Carbonero era... Y te esperas una fiesta de otro tipo, mucho más postureo, y cuando llegué, pensé: «Pero si yo soy así». Me recordó mucho a mis amigas de Almería. Me encontré en casa, y sentir eso en un primer cumpleaños no es fácil, así que ya nos hicimos inseparables.
Sara: Además fue en un restaurante muy bonito, que cerró, se llamaba El Obrador, y nos gustaba mucho. Estaba abierto hasta tarde, y como a veces hacíamos planes de noche, de teatros y conciertos, acabábamos mucho ahí. En su cuevita (risas). Te hablamos de cuatro hijos menos. Era otra vida, en la que podíamos dedicarnos a otras cosas (risas).
«Aprendí a hacer la sopa de cebolla por Sara, porque le encanta. Probé una Nochevieja y ya se ha quedado en mi recetario. Dice que es mi plato estrella», Isabel Jiménez.
¿Recordáis vuestra primera escapada juntas?
Isabel: Almería, cuando me viniste a ver.
Sara: Fue en 2011. Hice una viaje en verano y tengo una anécdota bastante graciosa relacionada con un bocadillo.
¿Qué sucedió con ese bocadillo?
Isabel: Llega Sara a Almería, que nos conocemos todos. Se alojaban en un hotelito boutique, de pocas habitaciones.
Sara: Recuerda que era 2011, el año después del Mundial, y digamos que había bastante revuelo (risas).
Isabel: Me llama y me dice: «Teníamos mucha hambre y he venido al centro a comer un bocadillo de calamares». Desde que llegó, enseguida, todo el pueblo se enteró y empezaron a perseguirnos durante el recorrido.
Sara: Fuimos a cenar y venían en bici los niños a buscarnos. Tenemos recuerdos muy divertidos de ese viaje.
«La gastronomía tiene un papel clave en nuestra relación. Hemos celebrado mucho alrededor de una mesa, hemos llorado, hemos reído... Si hasta el proyecto de Slowlove surgió en una», Sara Carbonero.
¿Hay algún destino que os haya marcado?
Sara: Porto, podría haber vivido eternamente allí. Isa vino muchísimo, no tenía ninguna pereza. Siempre recuerdo una vez, que su hijo Hugo, mi ahijado, tenía un mes, y cogió el coche y se plantó para estar conmigo unas horas.
Isabel: Sara me descubrió Porto, me llevaba a un montón de restaurantes increíbles. Lo hemos pasado muy bien.
Sara: La verdad es que a veces hasta escogía ella los restaurantes. Venía y me decía dónde íbamos a comer (risas).
¿Cuál era vuestro favorito de todos?
Isabel: Camafeu, pero creo no sigue abierto.
Sara: Cerró, una pena. Era como un salón de la abuela, con su tocadiscos, sus mesitas redondas... Había otro al que iba muchísimo, enfrente del río, Casa de Pasto da Palmeira, y La Mercearia, que me encantaba.
«Mi madre es una buenísima cocinera. Tengo recuerdos de muchos de sus platos: el cocido, las gachas, las migas...La pobre tiene ese disgusto conmigo, porque no le he encontrado el gusto a la cocina», Sara Carbonero.
¿Estaba en vuestro menú la francesinha?
Sara: No la he probado en los cinco años que estuve... Miento, cogí un trocito un día, pero es una bomba (risas).
¿Sois de las que planeáis los restaurantes que queréis visitar cuando organizáis un viaje?
Sara: Todo eso lo hace ella. Es una guía del ocio (risas).
Isabel: Tengo mis banderitas, en el mapa de la ciudad en la que estemos, de todos los sitios que quiero conocer: los restaurantes, los cafés, los locales para la copa, para el jazz...
Sara: Siempre digo que viajar con Isa es un seguro de vida. Nunca te equivocas. Yo me relajo mucho con ella, porque encima tiene muy buen gusto, lo pone muy fácil.
¿Y tenéis alguna anécdota en algún destino?
Sara: Cientos, porque siempre nos pasan cosas. Tuvimos un viaje muy divertido a México, con Slowlove de fondo. En un restaurante, al que fuimos con todo el equipo para celebrar el fin de rodaje, vivimos un momento random de bengala, bocas abiertas, tequila… (Risas).
Las dos presumís mucho de vuestras tierras de origen. ¿Hacéis de anfitrionas entre vosotras?
Sara: ¡Claro! Recuerdo una excursión a mi pueblo, a un alojamiento rural un poco peculiar. No cabíamos todos en mi casa, porque estaba en obras, y acaba de nacer mi segundo hijo, Lucas. Hicimos migas, gachas, un pisto brutal...
Isabel: Cuando viene a Almería, yo la llevo por mi ruta.
Sara: Estuvimos hace nada y hemos comido increíble.
Isabel: Os salían las quisquillas... Ya no podíais más (risas).
Sara: Es que no soy muy de marisco. Reconozco que es un manjar, pero Isa sabe que si a mí me pones otra cosa, mejor. Por eso tiramos mucho de arroces cuando estamos allí.
En casa, ¿quién es la que mejor cocina?
Sara: Isabel cocina y yo, no. No me voy a tirar ningún pisto.
Isabel: (Risas). No, ella cocinar... Pero su madre prepara unas cosas superricas. En su casa se come muy bien.
Sara: A mí me gusta poner una mesa bonita. Me encantan las velas, crear ambientes, la música, pero lo que es cocinar... Es que esta mujer es una bestia.
¿Y cuál dirías que es su plato estrella?
Sara: La sopa de cebolla, le sale buenísima.
Isabel: Aprendí para hacérsela a ella, porque le encanta. Una Nochevieja probé y desde entonces la hago. Y el de Sara... Te diría alguno, pero es que no (risas). Eso sí, su casa siempre huele que te mueres. Sus velas y su música son siempre perfectas, y las mesas que pone son preciosas.
«Mi madre era como yo, que abro la nevera e invento, entonces variaba mucho el menú, pero recuerdo un guiso de carne que hacía con nata increíble. Le llevo pidiendo la receta 15 años y no se acuerda», Isabel Jiménez.
¿Hay alguna receta que os lleve a la infancia?
Isabel: Mi madre era como yo, que abro la nevera e invento, entonces variaba mucho el menú. Pero hay un guiso que hacía de carne con nata, que le llevo pidiendo la receta o que me lo prepare 15 años, y ya no se acuerda.
Sara: Mi madre es una buenísima cocinera. Tengo recuerdos de muchísimos platos suyos: el cocido le sale increíble, las gachas, las migas, el lomo en salsa con champiñones que hace siempre en Navidad. Le gustaba mucho reunir a gente en casa. Mi cumpleaños, en mi pueblo, era el acontecimiento esperado por mis amigos, porque metía a 30 personas alrededor de una mesa, y nunca faltaban comida y bebida. La pobre tiene ese disgusto conmigo, porque no le he encontrado el gusto a la cocina.
Y vuestros hijos, ¿se interesan por la gastronomía?
Isabel: A los míos, les encanta. Tienen su propia cocinita y siempre están experimentando. Además, disfrutan mucho cocinando con nosotros.
Sara: Mis hijos se cuidan muchísimo, una cosa que yo a su edad, tienen 8 y 10 años, no hacía. Me dicen: «Mamá, eso tiene mucho azúcar. ¿Esto es saludable? ¿Esto a qué hora lo puedo tomar?». Practican mucho deporte y son muy responsables con la alimentación. Pienso que es muy importante que sea así desde pequeños, porque, al final, somos lo que comemos.
¿Qué proyectos tenéis por delante?
Isabel: Slowlove cumple 10 años en 2025, y lo vamos a reventar. Y estoy con mi programa nuevo de entrevistas, que se estrenará a principios del próximo año.
Sara: Mi plan durante estos últimos años está siendo cuidarme, sostener un montón de asuntos familiares, Slowlove, Unicef, que es como un trabajo... Echo de menos el periodismo, pero sigo aguardando que llegue la oportunidad perfecta. He grabado un piloto que vamos a mover, relacionado con la música y las entrevistas. Y estoy con mi eterno libro, que ojalá publique.