«Soy el tipo de actriz que suele decir: “Más sangre”. Si tengo que dar mi opinión, pido que la escena sea lo más sangrienta posible». El gore siempre ha fascinado a Jenna Ortega, que tuvo claro que quería dedicarse a la interpretación a los seis años cuando vio una película de miedo. No hay duda de por qué se ha convertido en la ‘scream queen’ de la generación Z.

En nuestro encuentro, sin embargo, no hay sangre por ninguna parte. Jenna Ortega (California, EE. UU., 2002) y yo quedamos en Superior Elevation, una tienda de discos antiguos de Brooklyn. Echamos un vistazo a los montones de cajas de música (buena, mala, antigua, más antigua, antiquísima) que ocupan tres filas de mesas y mucho espacio en el suelo. El pasado mes de enero fue la encargada de presentar el premio a la Mejor Canción Original en los Globos de Oro, y la música, dice, es su lenguaje favorito: «Escucho absolutamente de todo. A veces oigo cosas que ni siquiera me parecen buenas porque necesito entenderlas».

Su nombre tampoco ha dejado de sonar desde que dio vida a la protagonista de Miércoles, el spin-off de La familia Addams dirigido y producido por Tim Burton, que se convirtió de inmediato uno de los grandes éxitos de Netflix hasta la fecha. «Para interpretar a Miércoles tienes que, digamos, ser ella. Y Jenna, le guste o no, lo lleva en el alma y en la sangre», dice Burton. Más o menos un mes después del estreno de la serie, el tatuaje chapucero de un fan, que parecía una mezcla de Samuel L. Jackson y Miércoles, se hizo viral. «Madre mía, estuve a punto de ponérmelo de foto de perfil», dice cuando le pregunto si lo ha visto. La actriz, que se dio a conocer en Hollywood con el papel de Jane de pequeña en Jane The Virgin en 2014, tiene ahora más de 39 millones de seguidores en Instagram. Desde Jane The Virgin y Entre hermanos, de Disney, hasta su filmografía más reciente (acabamos de verla como Tara Carpenter en Scream VI), ha estado trabajando sin parar a un ritmo casi frenético. Y le encanta: «Mi trabajo sólo me gusta desde el momento en que oigo “acción” hasta que dicen “corten”». Entre esas dos indicaciones, «es como si perdiera el conocimiento».

jenna ortega
Felix Cooper
Vestido de Prada y collar de Harry Winston.

En el reboot de la saga Scream apuñalan a Tara, su personaje, siete veces en su casa; y la atacan de nuevo en el hospital, donde se estaba recuperando; y una vez más en casa de su amiga. «El primer día que rodamos con ella, al cabo de una hora, todos nos miramos y dijimos: “Guau, es buenísima. No la estamos aprovechando lo suficiente”», recuerda Matt Bettinelli-Olpin, uno de los dos directores. «Me pasé la película gritando y llorando todo el tiempo», dice ella con el rostro impertérrito. Los directores de Scream querían trabajar con ella porque se le da de maravilla gritar, como es evidente, y porque es capaz de interpretar los tonos de terror y comedia que quieren transmitir. «Es una de las personas más graciosas con las que hemos trabajado, y creo que eso se debe a que tiene los pies en la tierra», añade el productor ejecutivo Chad Villella. Aun así, la actriz ha tenido que lidiar con los nervios de incorporarse a una saga cinematográfica tan icónica. «Tengo tanto respeto por Screamque deseaba hacerlo perfecto. Quería estar a la altura, pero tampoco quería imitar a nadie». En esta entrega, además, por primera vez Neve Campbell no retoma el papel de Sidney Prescott. «Es una pena, es una mujer maravillosa, amable y con muchísimo talento. La saga no sería lo que es sin ella».

Jenna es introvertida por naturaleza. Tiene un círculo de amigos reducido, algunos de ellos compañeros de reparto y del equipo de sus películas. Sabe muy bien cómo actuar ante la cámara, pero no está tan cómoda en las alfombras rojas, las promociones y las apariciones en público. «Puedo hacer películas, interpretar, dirigir y escribir guiones en el patio de mi casa. No tengo por qué hacerlo a gran escala», dice. Lo que la empuja a seguir adelante es la oportunidad de trabajar con los mejores. «Todo lo que conlleva mi trabajo hace que a veces parezca que no merece la pena. No quiero sentirme como una valla publicitaria andante, es una sensación que da mucho miedo, ser cada vez menos dueña de mi vida. He visto a mucha gente que ha sucumbido a esa presión. No me gustaría pertenecer a nadie ni a nada». Y aún está tratando de hacerse a ese toma y daca.

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Felix Cooper
Vestido de Prada, puños de Elsa Peretti para Tiffany & Co y zapatos de Roger Vivier.

Le gustan las tiendas de antigüedades, las de discos, las librerías..., lugares que son iguales en todos los países pero que no exigen miradas curiosas, donde puede sentirse anónima y sencillamente observar. «Mi trabajo me ha contagiado una especie de virus que me obliga a estar pendiente de cómo se comporta todo el mundo». La forma de hablar o caminar de alguien puede acabar convirtiéndose en un rasgo de un personaje. Su compañera de reparto en Miércoles, Gwendoline Christie, se percató de esa mirada atenta de la actriz: «Es inquisitiva por naturaleza. En su personaje, es casi como una paradoja; parece tomarse la vida en serio, pero también aprecia lo absurdo de la vida, y además tiene una imaginación desbordante».

Aunque creció en el Valle de Coachella, en California, Jenna (la cuarta de una familia de seis hermanos) no tenía ningún tipo de relación con Hollywood. Su madre es enfermera de urgencias y su padre, antiguo sheriff, trabaja en la Fiscalía del distrito de California. Quiso ser actriz después de ver, cuando quizá era demasiado joven, El fuego de la venganza, el thriller sobre un secuestro que protagoniza Denzel Washington y en el que destaca la interpretación de Dakota Fanning. La actuación de Fanning era tan creíble que Jenna tuvo pesadillas durante meses. Pero le picó la curiosidad: ¿cómo había conseguido Fanning asustarla e inspirarla a partes iguales? «Diseccionaba esa película una y otra vez. No lograba entender cómo alguien tan joven podía hacer algo que me asustara tanto. Pero también me encantaba cómo me hacía sentir. Decidí que eso era lo que me apasionaba», recuerda. Cuando le contó a su madre que quería ser actriz, ella se rió, pero sólo porque apenas dos semanas antes su hija le había dicho que estaba enamoradísima de Barack Obama y que quería ser la primera mujer presidenta. «Tuve fases de obsesionarme con ciertas cosas», confiesa la actriz, y reconoce que algunas no se le han pasado: «A día de hoy, sigo obsesionada con Obama».

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Felix Cooper
Vestido de Ferragamo.

Su madre, que una vez vio un programa sobre Macaulay Culkin y la toxicidad que sufrió de niño en Hollywood, se asustó muchísimo, e intentó disuadir a su hija con otras cosas, como el fútbol y el colegio. Pero después de «tres o cuatro años de súplicas», Jenna, que admite ser bastante cabezota, la convenció, y su madre publicó un vídeo suyo interpretando un monólogo en su página de Facebook. «Alguien lo vio y quiso que fichara con una agencia. Mi madre accedió porque pensó que, si no, podría echárselo en cara el resto de mi vida», recuerda. Y fue precisamente su madre quien empezó a llevarla a audiciones en Los Ángeles, para las que a veces tenía que conducir seis horas, ida y vuelta. Jenna estaba feliz de trabajar, pero sentía la presión que suponía para su familia: «Hacer eso cuatro o cinco días a la semana y tener que criar a la vez a tus otros hijos era una locura. Mi familia hizo muchos sacrificios». La idea de desarrollar su carrera le resultaba a la vez emocionante y abrumadora. «Me sentía culpable porque pensaba: “Si esto no sale bien, lo llevo claro”. Era mucho dinero y tiempo del que no disponíamos». En su audición para Jane The Virgin, se le trabó la lengua alguna que otra vez. «Menos mal que me parezco a Gina Rodriguez, porque no creo que hiciera nada demasiado especial», dice sobre ese momento que le supuso empezar a vivir entre dos mundos. Trabajaba en Los Ángeles unos días y luego volvía a clase, al desierto, con sus amigos. Cuando protagonizó Entre hermanos durante tres años, también tuvo que trabajar duro. «Tenía tantas ganas de formar parte de esta industria que estaba dispuesta a ser extrovertida y enérgica», más expresiva de lo que suele ser, o de lo que quiere ser, en su trabajo, quiere decir. Era el primer paso de un plan más grande: «Eso era lo que tenía que hacer en ese momento, lo entendí perfectamente, y me comprometí con todas mis fuerzas».

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Felix Cooper
Vestido de Dolce & Gabbana y zapatos de Roger Vivier.

Una década después, es una gran estrella. Puede elegir los proyectos en función de lo que le apetezca; no tiene que conformarse, dice, con «ser el personaje secundario que es un estereotipo puertorriqueño y toda su personalidad se basa en eso». Está inmersa en la esperadísima segunda temporada de Miércoles. Tiene un papel protagonista en el próximo thriller policíaco Finestkind, del director Brian Helgeland (casualmente, Helgeland también es coautor del guion de El fuego de la venganza), que se estrena este verano. Y también ha producido y protagonizado su primera comedia romántica, Winter Spring Summer Or Fall (aún sin fecha de estreno), aunque admite que no le gusta ese género: «Odio estar embobada por un chico. Es un problema que tienen muchos personajes femeninos, que muchos están orientados a los chicos, o lo que expresan o emiten se basa en la perspectiva de un chico y en la historia de un chico». Nada que ver con ella, que asegura no tener citas: «Puede que esté demasiado obsesionada con mi trabajo, pero pensar en una relación me estresa. Ser vulnerable, tener que conocer a alguien tan bien y que vea cómo eres en realidad... Mi cerebro sabe que no puedo centrarme en eso ahora».

En lo que sí piensa es en las preocupaciones propias de los veinteañeros: «Quiero estar a la altura de las expectativas de la gente, aunque es algo por lo que me debería dejar de preocupar. Pero también me da miedo que alguien llegue a conocerme demasiado bien y se dé cuenta de que no soy nada especial». Por eso, cuando le hacen cumplidos, a veces no les presta atención: «Cuando me elogian, no me lo creo del todo. Siento que la gente me ve de una forma en la que yo no me veo a mí misma». Sin embargo, su voz descubre que los halagos pueden ser además alentadores.

Su sueño de niña era trabajar sin parar; ahora ha decidido darse tiempo para relajarse y desconectar. «Este año me quiero tomar un mes libre y lo tengo muy claro. Voy a viajar, y acabo de comprarme un teléfono de tapa, así que voy a estar escondida durante un tiempo. Debo organizarme la agenda, pero ahora soy yo la que pone las reglas».

  • Peluquería: Ward Stegerohek (Home Agency). Maquillaje: Marcelo Gutierrez (Bryant Artists). Manicura: Honey (Exposure NY). Set Design: Andy Harman (Lalaland Artists). Producción: Heather Robbins y Mary Goughnour (CLM).