Querido Universo,
Medito todos los días, ¿cómo te quedas? Yo loca. Me dicen a los treinta que iba a estar yo quieta parada por voluntad propia y no me lo creo.
Siempre pensé que la única razón de alguien para sentarse en el suelo en estado contemplativo era haber sido elegido como la reencarnación de Buda en la tierra. Venían dos monjes, te llevaban a un templo en el Tíbet y se te acabó el chollo del parloteo, amiga.
¿Qué chollo ni qué chollo? Hubo un día en el que me di cuenta de que necesitaba callar. Así que me senté sin mucha expectativa y, sintiéndome la mismísima reencarnación de Buda, cerré los ojos y me callé.
No sé si te llegará, pero en este mundo hay muchísimo ruido. A mí que me lleven dos monjes al Tíbet me daba muchísima pereza, pero empezar con tres minutos haciendo ohm pues ni tan mal. Ambiciones modestas. Tiempos pequeños. Casi sin darme cuenta, llevo sentándome a meditar todos los días.
Hoy en la playa supe que estaba preparada para pasar al next level: DIEZ MINUTACOS. Soy el fucking Buda subiendo en la escala mindfulness. Orgullo supremo. Ojo cuidado que vienen los monjes a por mí.
Mi respiración se balancea como las olas y yo me siento Santa Teresa en pleno trance cuando decido que la cosa se está alargando: el cronómetro debe de estar estropeado porque esto se me está haciendo eterno.
Así que cojo el móvil y se me van todas las ínfulas meditativas: funciona perfectamente. Faltaba un minuto para llegar al siguiente nivel místico.
Me siento como las Clarisas que se han escapado de la Iglesia, una estafa absoluta. Ya no vienen los monjes, sino la policía de la meditación para arrestarme.
De solo imaginarme la escena, me entra la risa. Y la sensación de espantoso ridículo da paso a algo desconocido: la gratitud suprema hacia mí y hacia todo lo que me rodea. Tú y yo somos una misma cosa, pásmate Universo.
El mar sigue ahí, reflejando un montón de estrellas. Mi pelo bufado en cotas de humedad suprema me recuerda que necesito encontrar algún remedio eficaz para el frizz.
En realidad, no necesito nada. Este momento, esta ola, es mi lugar seguro.
Gracias, Universo.