No voy a jugar a los principios. Y mucho menos a los propósitos. No me apetecía que llegara septiembre. Escribo esta columna a finales de julio y todavía le pido mucho a este verano. Para empezar, ver el mar.

El otro día escuché una crítica feroz a una escritora. Decían que todas las citas que aparecen en sus ensayos son la primera respuesta de Google. Busco citas sobre el mar y la pregunta más frecuente que me devuelve el buscador es «qué pongo en un post sobre el mar». Así estamos. Yo sueño con el mar y hay cientos de personas que no saben qué decir de él en Instagram. El mar hay que mirarlo. Con eso le vale, al mar y a ti. Yo me puedo pasar horas. No entiendo mi obsesión, pero de adolescente coleccionaba fotos del mar. Forré mi cuarto con puestas de sol, faros e islas. Sin ser yo familia de marineros, y teniendo la playa más cercana a una hora –surfista de Pamplona, como decía mi tocaya Amaia–, llevaba hasta una cola de ballena colgada del cuello. Pues con todo, si me dices «piensa en un momento feliz», estaré en una playa, hacia las 8 de la tarde, leyendo. Estaré en una silla, porque soy una señora y el viaje de llevar silla a la playa no tiene vuelta atrás. Una vez cruzas ese puente no estás dispuesta a tumbarte a leer en una toalla por nada del mundo.

Al contrario que la opinión mayoritaria de que la playa pide libros ligeros, yo estaré con algún tocho denso que lleve meses queriendo leer pero que la prisa, la dispersión y los bolsos pequeños me impiden llevar a cabo. En cambio, allí, sentada, al fresco, con dos reposabrazos de plástico donde apoyarme y el pelo todavía húmedo, encontraré la concentración y el tiempo para leerlo. Si me sobreestimula la lectura, que pasará, me daré un baño y flotaré, otro momento tope de gama en mi concepción de la felicidad.

Quizás esta obsesión marítima y acuática es porque en otra vida fui sirena. Aunque siendo realistas, mi padre de niña me llamaba sardina, no sirena, cuando volvía de nadar. Soy poco propensa a las princesas y a la lírica. Y no me gusta comer sardinas, claro. Igual fui pirata. Ojalá. Estoy segura de que ningún pirata hizo jamás un propósito de septiembre.


Headshot of Amaya Ascunce
Amaya Ascunce
Digital Director

Lleva más de 12 años dirigiendo y creando contenidos digitales en revistas de moda, belleza, cultura y estilo de vida. Los perfumes, leer y las películas del fin del mundo ocupan un alto porcentaje de su tiempo libre, cuando no está leyendo el móvil.  Estudió Periodismo en la Universidad de Navarra y ha publicado tres libros.