Querido Universo,

El problema de escribirte es que me planteo cada carta como si fuera la gran pregunta de mi vida y yo misma tuviera que encontrar la respuesta. Y sinceramente, a veces no tengo ni idea de nada.

No sé si será la edad, pero empiezo a encontrarme cómoda en este no saber. Antes lo veía todo como un gran sudoku al que tuviera que encontrar la solución definitiva, pero me estoy quitando. Y qué paz.

Pero una se pone a escribirte y claro, me salen todos los dilemas. La cuesta de enero no acaba y leo en el horóscopo que me espera un año de trabajo, puterío (literal) y Bad Bunny, sin ser yo nada de eso.

Universo, la maternidad preadolescente se me está haciendo bola, no llego a fin de mes y tengo la nevera vacía. Dame tips, las claves de la vida o ideas de cenas rápidas para esta noche. Lo que sea.

Me voy a la peluquería a la espera de que me mandes una señal como a Julia Roberts en “Come, reza, ama” y convertirme en una gurú, como ella, toda zen en Bali. Qué lista la Julia. Yo intento dedicarme a la vida contemplativa pero no me sale. Tengo el pelo como un secarral y me urgen unas mechas. Si no me das respuestas, al menos quiero pelazo, Universo.

Mientras me sube el rubio, la peluquera no calla:

“Mi hija de 17 años me dice que su mejor amiga tiene apego evitativo. Lo que le pasa a esa niña es que es idiota. ¿Le puedes decir a tu amiga que deje de leer libros de Marian Rojas?”

“¿Persona vitamina? Vitamina tiene el zumo, no tu prima la del pueblo”

“Mi marido agobiado porque la niña nos odia y venga a mirarse tutoriales en instagram para que seamos todos amigos. A ver. Es que la niña es adolescente y si no te odia no sería normal”.

“Ahora mis amigas quieren relaciones abiertas. ¿Abrir la relación? No gracias, ya tengo suficiente con uno. Tú ponme los cuernos pero no me lo cuentes que luego te tengo que dejar y me desmontas la paraeta. A mí no me vengas con remordimientos, la culpa te la gestionas tú”.

“Tengo el pelo largo y me gusta, pero también me aburre, como mi marido”.

“Me explota la cabeza, de verdad. No paro. Cada día soy un poquito más lerda. Solo quiero que se me pare el cerebro y así se me quita el estrés.”

Gracias universo por darme las respuestas que necesitaba. ¿Habrá estado esta chica en Bali?