Tengo una relación de cierta resistencia con el optimismo. Mi abuela decía que somos una familia agorera. Frente a varias opciones, concedemos un amplio espacio a la posibilidad de que algo no vaya como deseamos. No es que pensemos que todo va a salir mal, es que sabemos que puede pasar. Y frente a una mente desnuda de expectativas, lo positivo no encuentra tanto lugar.

Sin embargo, no descargo mi realismo (o al menos eso intento) con los demás. Mi dosis de ilusión va dirigida hacia todo aquel que me rodea, quiere hacer algo y duda. Ahí, entonces, todo se vuelve posible, el universo se ilumina y rema a favor; aunque mi cabeza no puede evitar sopesar todos los escenarios y elaborar planes de acción secretos. El plan B es un gran aliado en mi vida, me proporciona calma.

Para mí, es una forma de protección, aunque muchas veces quisiera pensar de otra manera. Mi raciocinio funciona así y resulta complicado desviar su camino: no es una elección. Todo esto es más una cuestión individual: si creo que algo puede salir mal, evito hacerme ilusiones. Siento más miedo de la decepción que del fracaso, y rechazo todos los mensajes que dan por hecho que sólo por intentarlo puedes conseguir lo que te propongas. Eso es únicamente un empujón: las gestas requieren de talento, esfuerzo y suerte.

No soy una persona optimista en el arranque, pero soy altamente resistente a la rendición. No pierdo las ganas: si algo no sale a la primera, busco otro modo de llevarlo a cabo y no paro hasta que logro aquello que persigo, aunque ese deseo vaya variando según avanza ese camino. Quizá es así como abrazo la esperanza: le concedo el cambio, la estudio, la analizo hasta asegurar sus probabilidades y voy allanando el terreno todo lo que puedo para intentarlo de nuevo. Eso sí me gusta de mi forma de estar en el mundo. Pienso que todo encierra una posibilidad y, cuando esta desaparece, busco siempre la parte buena que posee el hecho de que no haya sucedido. Eso también lo defiendo: todo, absolutamente todo, tiene su parte positiva, aunque sea muy complicado apreciarla en un inicio. Quizá a mí no me cuesta tanto porque vivo despojada de las ilusiones y las expectativas impuestas.

Por esto, procuro rodearme de gente luminosa que contrarreste esta mirada. Los veo pasar con esa ligereza envidiable y quiero caminar a su lado. Los grandes logros de mi trayectoria profesional se han dado siempre porque alguien que me quiere se ha colocado frente a mí y me ha dicho: «Puedes hacerlo y va a ir bien». Entonces no me engaño. En esos momentos, confío en esa voz más que en la mía. Porque tiene razón, aunque yo dude, sale bien.

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Begoña Alonso es experta en ocio, cultura y estilo de vida, coordinando la sección de Living en Elle.es desde hace más de seis años. Llevar la sección de Living supone que lo mismo escribe un reportaje sobre las mejores series de terror de Netflix, que un artículo de viajes y lunas de miel, un perfil de una activista feminista o un listado de los mejores libros de la historia que tienes que leer. 

Siempre suele decir que la vida no le da para todo: libros, agenda, música, ocio, cine, series, plataformas de streaming (Netflix, Amazon, HBO, Disney+, Filmin, Movistar+, Apple TV+…), maternidad, televisión, feminismo, viajes, cultura, ‘lifestyle’, motor, tecnología… Pero es capaz de llegar a todas partes para ofrecer siempre los contenidos más actuales e interesantes. 

Begoña Alonso se licenció en 1999 en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, pero cuenta casi con 30 años de experiencia en la profesión. Se estrenó en medios locales como Huelva Información o Las Provincias, pasó por radios vecinales haciendo programas de cine y luego aterrizó en el mundo del papel, en medios como La Razón, Maxim o Reporter. 

Tras 9 años dedicada al ‘branded content’, Begoña lleva una década en ELLE, el mismo tiempo que ha transcurrido desde que consiguiera el Premio 20 Blogs por ‘The Best of the 80s’, un blog de música de los 80, una de sus pasiones. También adora las películas de boda y se pasa más tiempo planificando viajes que llevándolos a cabo, pero eso es otra historia.