El conflicto siempre ha sido parte de la naturaleza humana. Y no implica necesariamente negatividad, más bien todo lo contrario. Del conflicto surgen nuevas formas de convivencia, nuevas maneras de conocer no sólo a los demás sino a también a uno mismo, e infinitas posibilidades de mejora. Por esta razón, el conflicto no debe ser condenado a priori, sino interpretado como un proceso de crecimiento y conocimiento.
La Dra. Tamara Moreno de Mundopsicologos.com nos ayuda a comprender cómo identificar una disputa constructiva y cómo organizarla de una manera saludable: “porque todos, más o menos, podemos aprender a discutir”, dice.
Discusiones de pareja
En pareja: ¿hasta qué punto la discusión es constructiva? Como dice Moreno, “toda discusión nace desde una perspectiva constructiva, realmente es el intercambio de puntos de vista diferentes sobre alguna situación, y esto es un hecho enriquecedor de por sí, ya que nos permite conocer otras maneras de interpretar las cosas que experimentamos, compararlas y obtener aprendizajes”.
Según la psicóloga, el problema aparece en el momento en que alguno de los miembros de la pareja se siente o es atacado. “Es entonces cuando nuestro ‘cerebro emocional’ (el sistema límbico) se activa, sentimos que se está cometiendo una injusticia al ser atacados y las opciones de respuesta se limitan a huir o atacar”, explica. Así, como dice la experta, iniciamos un proceso de escalada de ataques, emociones poco adaptativas y consecuencias nefastas la mayor parte de las veces. “Con lo cual -continúa-, uno de los aspectos fundamentales que pueden precipitar una discusión es la comunicación, en el ámbito de la pareja con más probabilidad, ya que un mal uso de la comunicación conlleva muchos malentendidos y esto, debido a la confianza y al nivel de conocimiento e intimidad de la pareja, suele ser bastante habitual”.
¿Cuándo deja de ser constructiva una discusión? Según Moreno, en el momento en que los egos se interponen y comenzamos una lucha de poder, donde lo principal dejan de ser los argumentos y es tener la razón a toda costa. Pese a todo esto, para esta psicóloga “discutir, en el sentido más positivo, es sano y supone una oportunidad para crecer como pareja, mejorar el conocimiento mutuo y aprender”.
Cómo estructurar una discusión en modo sano
Como comentaba la psicóloga anteriormente, es básico tener una comunicación sana y respetuosa. “Normalmente, sabemos detectar los ‘temas de conversación’ con nuestra pareja que pueden acabar en discusión y enfado, por lo que este tipo de temas debe ser tratado con especial sensibilidad: dirigirnos siempre con ‘mensajes yo’, esto es, hablar desde nuestra opinión y punto de vista, desde nuestros sentimientos y emociones”, subraya. Según Moreno uno de los errores más comunes cuando nos comunicamos en pareja es utilizar los "mensajes tú", es decir, los reproches. “Con esto, lo único que conseguimos es que la pareja se sienta atacada y se inicie la alerta en nuestro cerebro emocional”, añade.
Como dice la psicóloga, otra buena herramienta es emplear la escucha activa, “es decir, escuchar a la otra persona tratando de empatizar, sin la necesidad de contestar inmediatamente a cada una de las cuestiones que aparezcan”. Para ser un "escuchador activo", según Moreno, nuestra disposición debe ser abierta y paciente, dejando espacio para que la comunicación fluya. “Cuando detectemos que la situación se nos empieza a ir de las manos, las emociones de enfado y rabia empiezan a estar muy presentes, podemos emplear el enfriamiento emocional: pedir una pausa y relajarnos haciendo otra actividad e, incluso, salir a tomar un poco de aire, mejor que dejarnos llevar por la discusión y el calor de las emociones”, recomienda. “Tendemos a pensar que esto es una huida de la situación y hasta nos puede dar vergüenza pedir a nuestra pareja un descanso para que no piense que nos ha dejado sin argumentos. Pero, según Moreno, nada más lejos de la realidad: "permanecer en una situación que nos descontrole emocionalmente y que sea un reflejo de nuestras escasas herramientas de gestión emocional nos llevará, con toda probabilidad, a consecuencias negativas”.
Todos podemos aprender a discutir en modo sano
Como recalca la experta de Mundopsicologos.com, todos poseemos la capacidad de comunicarnos asertivamente, desarrollando y potenciando esta herramienta, además de alguna otra, es decir, podemos aprender a discutir de una forma sana y constructiva. “Todos tenemos la posibilidad de trabajar y mejorar nuestra inteligencia emocional y todas las habilidades que la componen, pero para ello debemos conocernos bien y ser conscientes de nuestros puntos de mejora, para trabajar en ellos”, dice. “Lo bueno de las habilidades interpersonales o ‘soft skills’ es que se pueden aprender, desarrollar y mejorar constantemente”, subraya.
Hombres y mujeres: ¿existe una diferencia en la manera de afrontar la discusión? Como aclara Moreno, hombres y mujeres no nos comunicamos de la misma manera, “igual que la cultura en la que crecemos nos influye, el género también es un filtro de nuestro estilo de comunicación y gestión emocional”. ¿Quién no ha oído las expresiones "los niños no lloran, las niñas no pelean..."? Según la psicóloga, “estos son mensajes que educan en maneras distintas de gestionar nuestras emociones y de comunicarlas”. “La diferencia en sí no tiene porqué ser genética, es más una cuestión educativa, pero existir, existe”, recalca.
Como nos cuenta la experta, “por lo general, las mujeres suelen tener un estilo más asertivo, son más empáticas porque el que la sociedad les permita expresar sus emociones (las niñas sí lloran) les da la oportunidad de conocerlas mejor, tanto las propias como las ajenas”. Según esta psicóloga las mujeres también solemos practicar más la escucha activa, empleamos más la comunicación no verbal y somos más emotivas en sus discursos, mientras los hombres suelen emplear argumentos más racionales, utilizan menos la parte emocional y el lenguaje no verbal. “Así nos encontramos con que, por lo general, ante una discusión en la que el ambiente se caldea y los ‘cerebros emocionales’ se encienden, las mujeres son más expertas en manejar el mundo emocional y controlar sus respuestas y los hombres se ven más sobrepasados ante estas situaciones, optando, generalmente, por la retirada o el silencio”, dice Moreno.
Claves para aprender a discutir
Como subraya la psióloga, lo más importante es conocer nuestro estilo habitual de comunicación en las discusiones para tener claros los puntos fuertes y puntos de mejora. “Ante una persona que emplea un estilo autoritario en las discusiones será importante trabajar en profundidad la escucha activa y la empatía, mientras que otra persona que discuta con un estilo más pasivo, será necesario trabajar la comunicación no verbal, la toma de iniciativa...”, apunta Moreno.
¿Qué hacer ante una discusión complicada? Según Moreno, cuando vamos a mantener una conversación que podemos prever complicada, porque el tema sea delicado, porque conocemos a la otra persona y sus habilidades... sería muy útil tener en cuenta dos cosas: "Marcarnos un objetivo a comunicar, esto es, el tema central del que queremos hablar con la otra persona para evitar rodeos innecesarios, repetir información... Y, lo segundo, mantener turnos de palabra: si es necesario se pueden establecer con tiempos determinados, para trabajar la escucha activa en el tiempo que el otro habla y darnos la oportunidad de conocer toda la información”, dice. “La tendencia a medida que la discusión aumenta es a monopolizar la conversación, y así, ni conocemos el punto de vista del otro, ni empatizamos, ni nada y, muy probablemente, se sienta atacado ante la verborrea, lo que no augura un final feliz”, añade.
Experta en fitness, belleza, nutrición, salud, psico, pareja y sexo. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, escribe en Elle.com y Womenshealth.com y ha escrito para muchas cabeceras de Hearst, “mi segunda casa”. En sus más de 25 años de profesión, ha pasado por Terra Mujer, Sport Life, Runners, Atresmedia, La Ser, Radio Aragón o el programa Bellas & Sanas. Es autora de Cambiar de vida es fácil si te dicen cómo. 15 pasos para conseguirlo y de Una vida en forma. La guía de la actividad física y la mujer a cualquier edad. Amalia también es instructora de fitness, profesora de yoga, yoga facial y fundadora de Yogabrunch.es. "Por suerte, la vida me ha permitido unir mis dos pasiones, el periodismo y el mundo del bienestar".