Hace años me encontré en un punto en mi vida en el que vivía constantemente con ansiedad: un trabajo en el que pasaba demasiadas horas, presión por hacerlo todo perfecto, un salario insuficiente, autoexigencia y miedo por decepcionar a todo mi entorno eran mi día a día. Además venía de una relación de abuso emocional y sumado a la exposición en redes sociales y el hecho de trabajar como DJ de jueves a sábado cada semana no ayudaban. Todo eso que me hacía feliz (pasar tiempo con mis amigas, poner música en fiestas, salir de fiesta…) se acabó convirtiendo en pensamientos intrusivos, miedos y verdadero pánico por pasar tiempo con otras personas. Además me sentía muy incomprendida por los demás y por mí misma pero gracias al apoyo incesante de mis amigas, conseguí levantar la mano, ir a terapia y sanar todo eso que tanto daño me hacía.
Hoy en día puedo decir que soy una persona que ha conseguido en mayor medida ser una persona emocionalmente independiente (aunque depende del día, si soy sincera). La independencia emocional es un desafío, pero es un desafío que vale la pena afrontar. Es poder vivir tu vida sin que lo que opine tu pareja o tus amigos condicione quién eres y, por lo tanto, tu propia felicidad.
El primer paso para lograr la independencia emocional es reconocer los patrones destructivos en nuestras relaciones ya sean de pareja, de amistad o con nosotras mismas. Esto implica mirar hacia atrás, reflexionar sobre relaciones pasadas y reconocer los comportamientos tóxicos. Admitir que hemos estado atrapadas en un ciclo dañino o simplemente que no eres todo lo feliz que puedes ser fue el primer paso hacia sentirme mejor.
Una vez que hemos identificado esos patrones, es crucial embarcarse en un proceso de sanación emocional. Y créeme amiga, no es un camino de rosas. Esto puede implicar la búsqueda de ayuda terapéutica, la apertura a amigos de confianza o la práctica de la meditación y el autocuidado. La sanación es un poco como el bálsamo que nos permite soltar la ansiedad y dejar atrás el peso acumulado durante años. El problema surge cuando, debido a la precariedad, no tienes acceso a terapia de calidad. Para ello, hay muchas asociaciones que ponen a tu alcance servicios de terapia gratuitos. Busca la que más se adapte a ti y da ese pasito que tanto te va a ayudar (o al menos a mí me ayudo muchísimo).
El amor propio es el pilar central de la independencia emocional. Aprender a amarnos y valorarnos es esencial para romper estos patrones de comportamiento. Se trata de practicar la autoaceptación y el perdón, así como de establecer límites saludables. ¿Qué cosas no te parecen bien? ¿Cómo tratas tú a los demás? Reflexiona sobre tus límites y no permitas que te den menos de lo que tú das. No te lo mereces. Eso sí, también es importante aprender a comunicarlo de manera asertiva para no ir haciendo daño gratuitamente.
También es fundamental aprender a ser una misma, en lugar de tratar de cumplir con las expectativas de los demás. Me acuerdo que cuando yo estaba metida en esta relación horrible que comenté arriba prácticamente no leía. Yo amo leer, es lo que más me gusta. Como no encontraba paz en casa y como mi personalidad debía amoldarse a quien tenía al lado pues abandoné este hábito ya que a mi pareja no le gustaba que yo estuviese tranquila leyendo, tenía que estarle haciendo caso en todo momento o siendo el centro de atención de mi vida. Recuerda también que es muy importante que si piensas que puedes estar viviendo una relación de abuso o maltrato, tienes recursos a tu alcance como llamar al 016 o páginas webs gubernamentales de ayuda.
La verdad es que este viaje hacia la independencia emocional es, ante todo, un viaje de autoexploración. Me ayudó a descubrir quién soy, qué me gusta, cuáles son mis límites, qué cosas de mí misma no me gustaban y quería cambiar… Cada experiencia pasada se convirtió en una lección y me sirvió para mi propio crecimiento personal y para madurar, sinceramente. Aunque está claro que me hubiese gustado aprender estas cosas sin pasarlo tan mal ya que no quiero romantizar el dolor como manera de hacerse más fuerte en el estilo de los guionistas de Juego de Tronos con Sansa Stark. La realidad es que poco a poco, con cariño y cuidado conmigo misma, fui ganando confianza en mis propias decisiones y me volví más fuerte. Para esto, también me apoyé en mi círculo de confianza conformado sobre todo por compañeras de trabajo y amigas. No les contaba específicamente qué me ocurría porque ni yo misma era consciente, pero sí que charlas con ellas sobre cómo me sentía y escuchar sus consejos fue fundamental.
La independencia emocional es un desafío, pero es un desafío que vale la pena afrontar. A través de la reflexión personal, la sanación, el amor propio y la autenticidad, es posible liberarse de patrones destructivos y encontrar una vida plena de relaciones saludables y satisfactorias. Recuerda que cada persona tiene su propio camino hacia la independencia emocional, y lo más importante es que tienes el control de tu propio viaje.