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“Me pedía dos cafés grandes con leche y seis de azúcar cada uno, me tomaba de un trago el primero en el ascensor de regreso a casa y luego a sorbos el segundo, despacio, mientras veía películas y comía galletitas saladas con formas de animales y tomaba trazodona y zolpidem y Nembutal hasta que volvía a dormirme. Así perdía la noción del tiempo. Pasaban los días. Las semanas. Unos cuantos meses”, escribe Ottessa Moshfegh en Mi año de descanso y relajación, un libro en el que la autora narra su encierro durante 365 días en un piso en el que fármacos, películas de Whoopi Goldberg y Harrison Ford y horas y horas de sueño fueron su compañía. En 2014 la artista argelina Audrey Wollen dio forma a la denominada 'Sad Girl Theory', que aseguraba que la tristeza y el auto desprecio femeninos, lejos de ser algo de lo que avergonzarse, son formas de empoderamiento. Muchas mujeres se sintieron identificadas son quienes ya no ocultaban el placer de hundirse en el sofá, poner series o películas sin descanso y ver la vida pasar. Es decir: vivir en modo 'scroll' infinito.
En el podcast Amiga date cuenta, Noelia Ramírez y Begoña Gómez hablan del libro The new me, de Halle Butler, que incluye pasajes que reflejan bien esta situación. "Como pizza, me duermo con la televisión puesta, me despierto con la tele puesta una y otra vez, sola y solitaria, como si disfrutase con ello. Lo hago de forma intencionada”.
Y lo cierto es que en la actualidad, hastiadas, ansiosas, agotadas y sencillamente hartas, cada vez somos más las que hacemos algo parecido. La Dra. Alicia Moreno Fernández, Psicóloga clínica, psicoterapeuta familiar y de pareja y supervisora docente acreditada por la Federación Española de Asociaciones de Terapia Familia, explica a ELLE que cuando hay un estado físico o mental de agotamiento, a veces es difícil tener la energía o motivación como para hacer actividades potencialmente más sanas, como hacer ejercicio, leer, o hablar con alguien. “Por eso, recurrimos a este tipo de actividades, que no serían necesariamente negativas en sí mismas si no acabasen consumiendo un tiempo excesivo y no aportando, en realidad, una experiencia que ayude a equilibrar esa sensación de agotamiento. Esto es un ejemplo de lo que desde la psicoterapia sistémica describimos como “el intento de solución que se convierte en problema”: una reacción o respuesta (por ejemplo, usar el móvil como distracción) que intenta aliviar un malestar (por ejemplo, estar sobrepasada de exigencias y tareas en la familia y el trabajo) y que, en lugar de aliviar el problema, en realidad acaba convirtiéndose en una dificultad más”, comenta.
Por su parte Yoli, psicóloga de Somos Estupendas, explica que inmersos en una sociedad que glorifica la productividad y la entrega, especialmente en las mujeres, se espera que seamos buenas profesionales, madres presentes, hijas cuidadoras, parejas disponibles, amigas perfectas, cuerpos normativos… Todo a la vez. “La presión no solo es externa; muchas veces se internaliza como una voz que nunca se calla y que nos dice que no estamos haciendo suficiente. Esta autoexigencia crónica genera niveles elevados de cortisol, la hormona del estrés, que mantenida en el tiempo puede causar agotamiento, alteraciones del sueño, dificultades de concentración e incluso síntomas físicos como fatiga crónica, cefaleas o malestar digestivo. La llamada fatiga emocional o incluso el burnout emocional femenino es cada vez más común”, asegura.
¿Lo más paradójico? Nos sentimos culpables incluso cuando descansamos. “El sistema nos ha enseñado que parar es fallar, que cuidarse es egoísta, que pedir ayuda es debilidad. Así es como muchas terminamos viviendo en modo avión, funcionando por inercia, desconectadas de nosotras mismas”, dice.
Juan Evaristo Valls Boix, autor de El derecho a las cosas bellas, un libro en el que habla sobre lo revolucionario que es tener derecho a la pereza y al descanso, explicaba en el podcast Saldremos mejores, que tenemos derecho a ser un poquito perezosos. “Tenemos miles de imágenes de la pereza, pero son del privilegio de la pereza, capitalistas. La pereza de unos pocos la pagan el trabajo de unos muchos”, que habla del capitalismo del descanso.
“La vía media tiene que ver con promulgar los derechos de la pereza que permitan una ciudad en la que se pueda dormir y descansar, unos derechos que permitan la huelga y la libre reunión… El derecho al descanso siempre es necesario pero si queremos pensar en una vida buena, necesitamos un derecho al descanso libre. Se trata de pensar en un escenario con una economía post crecimiento para que tengamos más tiempo libre para dormir, descansar y escuchar. Hay que reflexionar sobre la ciudad y esas estructuras que permiten un descanso y un tiempo son objeto”, dice el autor.
Basta con mirar las redes sociales durante unos segundos para dar con mujeres que fotografían su desayuno acompañado de Superlativa, un suplemento natural para combatir el estrés de ashwagandha que parece ahora indispensable ante un mundo en el que la ansiedad es casi un habitante más. Mientras tanto, la venta de ansiolíticos se dispara en nuestro país, demostrando que España necesita tanta calma como una suscripción a Netflix…
Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Michigan y la Escuela de Investigación en Comunicación de Masas de Lovaina (Bélgica) publicado en la revista Journal of Clinical Sleep Medicine reveló cómo los atracones televisivos afectan a quienes hacen de la televisión su vía de escape. Quienes eran más proclives a hacerlo tenían tasas más altas de mala calidad de sueño, insomnio y fatiga. Y al hablar del sueño es fundamental diferenciar entre cuándo dormir es descanso y autocuidado y cuándo es depresión. “Algo potencialmente reparador como el sueño, o dormir más cuando acumulamos más cansancio, puede acabar siendo una forma de desconectarse o de huir de la realidad, un refugio desde el que no hay que estar haciendo frente a cargas o responsabilidades. En ese caso, el hecho de dormir más no aporta una sensación reparadora, sino que forma parte seguramente de un patrón de funcionamiento en el que la persona tiene menos energía vital, ánimo bajo, falta de disfrute de actividades que antes eran placenteras, alteración en la comida (falta de apetito o comer para calmar la ansiedad), dificultad para concentrarse o realizar tareas que antes requerían menos esfuerzo…”, asegura la Dra. Alicia Moreno Fernández.
“Cuando el hecho de dormir en exceso se da en el contexto de una insatisfacción vital de la persona y va acompañado de algunos de estos otros síntomas, podríamos estar frente a un cuadro depresivo”, advierte. La vida nos sobrepasa en muchas ocasiones y es normal encontrar en nuestro sofá y en nuestra cama templos de desconexión, pero hemos de tener cuidado de no sufrir hipersomnia, un exceso de sueño que es un síntoma reconocido en varios trastornos del estado de ánimo. Como comenta la psicóloga de Somo Estupendas, en muchas mujeres, se presenta de forma sutil: duermen más los fines de semana, se sienten agotadas a pesar de haber dormido o lo usan como refugio emocional. “La clave está en la motivación que hay detrás: ¿duermes para descansar o para no existir por un rato?”, pregunta para terminar.
Marita Alonso es experta en cultura pop y estilo de vida. Escribe acerca de fenómenos culturales desde una mirada feminista en la que la reflexión está siempre presente. No tiene miedo de darle una pincelada de humor a las tendencias que nos rodean e intenta que el lector ría y reflexione a partes iguales. Cuando escribe sobre relaciones, su objetivo es que la toxicidad desaparezca y que las parejas sean tan saludables como las recetas que intenta cocinar... Con dramáticos resultados, claro. Los fogones no son lo suyo.
Ha publicado dos libros ("Antimanual de autodestrucción amorosa" y "Si echas de menos el principio, vuelve a empezar") y colabora en diversos medios y programas de radio y televisión luchando por ver las cosas siempre de una manera diferente. Cree que la normalidad está sobrevalorada y por eso no teme buscar reacciones de sorpresa/shock mediante sus textos y/o declaraciones.
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense, imparte master classes de cultura pop, estilo de vida y moda en diversas universidades. En Cosmopolitan, analiza tendencias, noticias y fenómenos desde un prisma empoderador.