Blanca Sorigué (La Pobla de Segur, Lérida, 1973), es una mujer tenaz y determinada. Licenciada en Turismo y con varias titulaciones en dirección de empresas, marketing y negocios, tiene, además, una larga trayectoria profesional, y ha recorrido buena parte del mundo siendo la única mujer en entornos y culturas predominantemente masculinos. Aquella experiencia, asegura, le enseñó a tomar decisiones de manera autónoma, además de hacerse valer y escuchar. De modo que su nombramiento en 2018 como la primera mujer directora del Consorcio Zona Franca de Barcelona, es casi un acto de justicia poética. Por eso, su trabajo al frente de esta entidad pública fundada en 1916 y cuyo objetivo es la dinamización económica de la ciudad de Barcelona y su área metropolitana, ella ha impulsado muchas iniciativas que promueven la igualdad de género, así como políticas en el ámbito industrial y empresarial. «Asumí el cargo con muchísima ilusión –recuerda. Pero también me di cuenta de que mi responsabilidad no solo se ceñía a la ejecución como directiva, sino también a ser muy consciente de que la igualdad de género todavía tiene un largo camino por delante».
Sorigué reconoce sentirse inspirada y agradecida a las mujeres de su familia, que la animaron a ser libre e independiente: «Yo procuro transmitir este mensaje y al mismo tiempo ser generosa, porque conmigo lo han sido. Pero para mí la igualdad incluye tanto a hombres como mujeres: tenemos que estar los dos. Pero tiene que haber una representación real de la sociedad en todos los ámbitos, y no sólo a nivel empresarial, sino también educativo».
Igualdad y tecnología
Así, enumera orgullosa algunas iniciativas que impulsan desde la Zona Franca, como las visitas dirigidas a escolares a DFactory, un espacio de innovación tecnológica «para que vean que ellas también pueden programar robots». Y lanza una alerta: «Si obviamos que las niñas se interesen por las carreras tecnológicas, lo que estamos haciendo es expulsar la mitad del talento techie de aquí a los próximos años».
Por otra parte, destaca algunas virtudes que, de manera innata, las mujeres integramos a lo largo de la vida: «Nosotras tenemos capacidad y resistencia al cambio. De hecho, somos madres muchas de nosotras, y las que no lo son, también pasan por muchísimas etapas muy diferentes durante toda su vida. Y la capacidad de adaptación o la empatía ayudan. Más después de la pandemia, donde nos dimos cuenta de que realmente éramos muy vulnerables. Y esa toma de conciencia favorece que estas soft skills sean un valor y un gran activo para las empresas».
Conciliación y pasión
No obstante la realidad sigue siendo obstinada y los datos señalan que el total de mujeres en puestos de dirección sólo representa un 16%. Y eso sin considerar que muchas renuncian por la imposibilidad de compatibilizar sus carreras con sus vidas personales. «Es cierto que cuando estás en puestos de responsabilidad es muy difícil conciliar. Es una realidad que yo he vivido en mi propia piel, pero ha sido así por una decisión propia. Por eso siempre digo: intenta hacer lo que te gusta realmente. Porque cuando tu trabajo se convierte en una pasión, todo se adapta mucho mejor. Evidentemente, el entorno te tiene que acompañar porque las cosas no pasan de una forma individual y necesitas ayuda de todo tipo. Pero, sobre todo, lo más importante es que seas libre de tomar tus propias decisiones».
Otra de las iniciativas impulsadas por ella es la Barcelona New Economic Week, un evento disruptivo que desde 2020 pone el foco en la innovación y la transformación tecnológica y que ella define como «una ventana de oportunidad al mundo». Desde ese foro tratan de que los sectores abran sus horizontes de negocio «para intentar mejorar entre todos cualquier tipo de producto o servicio y, al final, la vida de las personas».
La curiosidad y la capacidad de reinventarse a diario son otros rasgos de su carácter: «Pensar diferente y no dejar de aprender, para mí, es la base de la innovación. Uno deja de aprender cuando cree que lo sabe todo, cuando pierde la curiosidad. Y para mí esa es una gran debilidad. Por eso en todos mis equipos potenciamos muchísimo la formación continua. Creo que se puede aprender algo todos los días y eso te permite reinventarte varias veces a lo largo de la vida».
Y en el a veces arduo camino hacia el éxito, Blanca hace también una reflexión en voz alta que traslada a las mujeres: «En la autoestima está el origen de todo. La palabra ya lo explica: es quererse a una misma. Es lo que hace que cada día te levantes con ganas de conseguir lo que te propongas. Y tener éxito no significa únicamente llegar a la cima o ser la mejor, sino algo que defender día a día. Muchas veces nos auto exigimos tanto, que puede acabar siendo un sacrificio constante. La generosidad o la valentía hacen que de verdad las cosas salgan bien, con ilusión, constancia y ganas de mejorar… pero de mejorar lo que tú haces, no para ser la primera».