Todo lo que atañe a una entrevista de trabajo es complicado de afrontar. Primero, ¿qué nos ponemos? Ropa cómoda, que nos defina pero también que tenga un punto formal, que demuestre nuestra profesionalidad… Cuando ya tenemos cubierta esta primera fase y salimos de casa todavía tenemos por delante el mayor desafío.

    Cuando llegamos a ese posible futuro trabajo, frente a frente con el entrevistador o entrevistadora, debemos explicar nuestras aptitudes, mostrarnos seguras pero no impertinentes, ese punto de equilibrio entre ambición y modestia, independencia pero buena trabajadora en grupo.

    Siéntate ahí

    Para colmo, ahora también hay otros factores externos que debemos afrontar y que se han convertido en determinantes en el caso de las entrevistas de trabajo en Estados Unidos. Es el llamado ‘test de la silla’. Es una prueba más para demostrar que sabes mantener la compostura, pero eres valiente y no te amilanas ante las adversidades. El entrevistador te coloca en una situación incómoda y el candidato o candidata trata de afrontarlo de la mejor forma posible.

    Consiste en colocar una silla defectuosa al solicitante. Una silla con una pata más corta que el resto lo que provoca que se tambalee. Frente a ella, habrá otra silla vacía y en perfectas condiciones. El candidato estará incómodo y la empresa podrá observar de qué manera resuelve esta situación. Si la resuelve.

    El objetivo de los reclutadores es comprobar la valentía del candidato, si decide parar la entrevista y solicitar otra o si prefiere aguantar con la silla defectuosa durante toda la entrevista. Ante esta situación solo caben dos formas de actuar: o bien te aguantas y no dices nada o por el contrario, pides que te la cambien. Parece un detalle sin importancia pero las empresas lo utilizan para saber cómo se comportan sus trabajadores en los entornos profesionales, cómo responden ante las dificultades y si saben resolver momentos incómodos de forma sencilla, educada y rápida.

    Lo que dice de ti tu reacción

    Debemos darnos cuenta de que cuando acudimos a una entrevista de trabajo, ya hemos pasado una primera criba, los reclutadores ya han leído nuestro curriculum y les interesa lo que podemos ofrecer. Por eso ese tú a tú con el entrevistador es para percibir algo más que nuestras capacidades profesionales. Conocernos en persona da más detalles sobre cómo hablamos, cómo gesticulamos, si somos agradables, nerviosos, soberbios, vehementes… Y el test de la silla es una prueba más para definirnos como empleados. Una especie de trampa para descubrir cómo salimos de los atolladeros que nos podremos encontrar en un futuro laboral, cómo afrontamos los problemas ante un reto tan sencillo como una silla que cojea. En realidad, lo que quieren comprobar es de dónde cojea nuestra personalidad…

    Y lo más sorprendente de todo es que no hay una respuesta correcta. Pedir que cambien la silla puede ser la decisión correcta si lo solicitas con educación y buenos modales. Pero aguantar tranquilamente en la silla coja puede demostrar que nos adaptamos a los problemas y que sabemos surfear los momentos incómodos. Todo depende de cómo reaccionemos y de lo que quieran en esa empresa en particular. Ninguna reacción es la buena. O todas lo son.