Es un tema demasiado complejo para despacharlo en cuatro líneas, pero me gustaría compartir algunos apuntes aleatorios y que cada uno saque sus propias conclusiones.
+ Todo lo que se utilice con alegría durante muchos años, bien gastado está. Da igual si costó un fortunón a nuestra humilde economía. Hay joyas, bolsos y objetos que pasan de generación en generación, y se siguen disfrutando mucho tiempo después de que uno haya olvidado su precio. Ya no son cosas inanimadas, sino símbolos familiares e identitarios
+ Ni todo lo caro es bueno ni todo lo barato es pésimo. Por eso es importante tener unas mínimas nociones de qué materiales y cortes son de calidad, la inclinación a preguntar dónde y quién ha hecho esa prenda, y poco a poco aprender a distinguir algo bien fabricado de algo vistoso pero sin solidez
+ Si en vez de utilizar el verbo “gastar” se emplea el verbo “invertir”, cada adquisición toma una dimensión diferente. Un capricho comprado a última hora puede salirnos de perlas y ser una compra estupenda… o deformarse al primer lavado y resultar un churro. Por el contrario, una compra planificada con tiempo —después de una evaluación sincera de lo que uno necesita, el modo de vida que lleva y si puede permitírselo— ahorra ese sentimiento de culpabilidad de la compra absurda
+ El sueldo medio mensual de las mujeres en España en 2022 es de 1.800€, dice el INE. De todas mis amigas, creo que ni la mitad llegan a esa cifra
+ Entro en Moda Operandi. Vestido bordado de Oscar de la Renta. Precioso, una locura. Cuesta 8.990 dólares. ¿Es mucho dinero? Lo es. Si se cuentan los sueldos neoyorquinos y las muchas horas de trabajo que requiere la artesanía especializada de Sachin & Babi (los dos diseñadores indios licenciados del FIT que se encargan de la mayoría de bordados de la marca) los números ya van teniendo otro sentido
+ Lo último que me hice a medida fueron unos mocasines de piel y rafia, en 2018. Ahorré durante meses. Luego conté el precio de los materiales —todos locales y de primera—, las horas de diseño y patronaje, corte, cosido, montaje sobre la horma, betuneado, plantilla, el coste el prototipo, el modelo final (sin contar el intangible de su saber hacer, que les ha costado años de esfuerzo y estudio), y salía cada hora de trabajo a unos 12€. Para que digan que la artesanía es cara. Moraleja: hay que apoyar a marcas y personas con talento. En la transacción ganamos ambos y creamos un vínculo
+ Antes era una rareza, ahora aparece en casi todos los portales de venta. Se puede dividir la compra a plazos (incluso cifras muy pequeñas), y pagar mes a mes casi sin darse cuenta, dice el cliché. Por muy liviano que sea el proceso, es un crédito. Cuanto menos debamos a nadie, mejor. A no ser que sea imprescindible, si no lo podemos pagar, no lo compremos. Hay alternativas: alquiler, intercambio, préstamo, segunda mano
+ Sigue siendo válida la sencilla cuenta matemática del coste por uso, con la excepción de la ropa infantil y deportiva. Una camisa de poliéster de Primark de 10€ que a los cuatro lavados se ha deformado sin remedio nos cuesta 2,50€ por puesta. Cada temporada nos vemos obligados a comprar una nueva. Una camisa de Muji de lino francés de 30€ puede durar si se lava correctamente unos veinte años. Lo sé porque tengo varias (y conste que no me paga Muji). Calculemos a la baja; pongamos que la vestimos unos cinco años, diez puestas por año. Sale cada puesta a 0.60 céntimos, ahorrándonos todo el tiempo de búsqueda y compra cada temporada y los residuos que evitamos sumar al medio ambiente
+ En España, el gasto medio anual por persona en ropa y calzado fue de 570€ (en 2019) y 405€ (2020). La venta online representa un 19% del total
+El 40% de la ropa que fabrican las cadenas de fast fashion acaba en la basura en menos de un año (dato de la fundación Ellen MacArthur)
+ Cuando uno ojea las revistas de moda o estilo de vida y ve una falda a 800€, puede enfadarse y pensar: qué vergüenza. O pensar que una publicación es, igual que el libro, una ventana a la imaginación. Y que en ella prefiero ver a modelos profesionales que a influencers sospechosos, ropa de Sacai mejor que ropa de Shein, entretenimiento más que denuncia. Ya existen otras fuentes informativas para saber qué está pasando en el mundo. Y eso no implica hacer revistas tontorronas, sino revistas que divulguen una belleza con ética
+ Hablando de influencers: cuidado con los flechazos que una tiene por foto, que paga a 75€ y que cuando recibe en casa resulta ser un producto regulín de Aliexpress de 5€. El hilo de Twitter de 2020 que denunciaba a supuestos diseñadores de joyas tuvo más de 19.000 retuits, lo que da una idea del alcance de la cantidad de timos (legales sobre el papel pero vergonzosos) que rondan las redes
+ Mis tres mejores compras: abrigo clásico de Max Mara (cinco años de ahorro para conseguirlo); falda de seda negra de Uterqüe (la tengo desde 2008, cuando empezó la marca, ya desaparecida; es un piezón, la llevo cada mes); camisa blanca de Acne comprada de segunda mano a un amigo que se mudaba (tiene veinte años y cada vez está más bonita). Cada una de su padre y de su madre, como veis. Conclusión: para comprar bien hay que comprar poco, elegir con mirada crítica y perspectiva de futuro, y saber que nos equivocaremos de tanto en tanto
+ El alivio de entrar a tiendas carísimas y ver que no te interesa nada. Y no es aquella fábula de la zorra y las uvas verdes, no. Realmente no hay nada que te comprarías. ¡Qué alivio!
+ Sinceramente, la ropa está muy abajo en mi lista de prioridades de compra. Prefiero que mis escasos ahorros vayan a un viaje, a un restaurante, a un perfume o a una merienda antes que a una prenda. Redescubrir el propio armario es volver a mirar con buenos ojos lo que un día se compró con tanta ilusión. Una limpieza y reestructuración a fondo es una sesión de terapia.
Marta D. Riezu es periodista especializada en comunicación de moda y ha publicado dos libros: Agua y jabón (Terranova, 2021) y La moda justa (Anagrama, 2021).